Nuestras primeras jornadas de diálogo y encuentro de docentes universitarios cristianos. Quizá sea difícil de visualizar cuantas expectativas, cuantas dudas, cuantos sueños comprometimos en este primer encuentro. Era nuestra posta inicial, y como tal, el pilar sobre el cual nos apoyaríamos durante el resto del año. Es por eso, que durante la preparación, pensamos, creímos y apostamos por la vivencia común de quienes viven en y por Cristo, y que justamente en Cristo, los unen lazos y experiencias que son lisa y llanamente una experiencia de vida.
Sin embargo, no queríamos que estas jornadas despertaran la idea de un grupo de oración o una misa para universitarios, no. Sentimos que Dios nos pedía y nos orientaba a cuestiones concretas, a nuestro accionar diario, a experiencias comunes que nos unen, y nos ayudan a definir nuestra identidad. Una identidad iluminada desde los valores cristianos y que se plasma en la tarea docente, una tarea dirigida a los educandos y a la sociedad misma, una sociedad que soñamos construir con otros, aportando nuestra voz. Es por eso que, tomando como centro de la reunión el Colegio Nacional del Monserrat, emblemático en nuestra historia y desarrollo como cultura, y partiendo de un documento surgido del encuentro de nuestros pastores, de nuestros obispos, y que si bien habla con la voz de Cristo, no nos refiere a la Biblia ni a la misa, sino a la deuda concreta que tenemos para con la sociedad en su conjunto. Un documento, con una fuerte vocación al servicio, un servicio que no es exclusivo de los cristianos, sino es propio de la calidad humana en si misma...un servicio adeudado, máxime para quienes nos nutre y apoya nuestra fe. Es por ello, que el documento "Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad ", fue durante todo el año nuestra piedra angular.
En particular, tomamos un análisis del Pbro. Carlos Schickendantz, con la presentación del siguiente video:
De este primer encuentro se desprendieron las siguientes conclusiones:
1. Compromiso social de la Universidad.
+ Se destaca de diversas maneras la dimensión social propia de la vida universitaria y de la vocación docente universitaria.
+ Se destaca la necesidad de articular en torno a valores el propio desenvolvimiento del docente como agente de “alegría, esperanza y cambio” y en coherencia con lo vivido: proponerlo a los alumnos, para que aparezca el liderazgo, la participación, el pensamiento, la utilidad para la comunidad.
+ Se destaca la necesidad de “construir consensos sociales y acuerdos”, la importancia de “generar políticas públicas coherentes y estables”: señalando el tinte regional que movilice la “responsabilidad social universitaria” para dar respuestas adecuadas al medio local.
+ Se destaca lo científico-académico como el aporte de la universidad a la sociedad y la contribución específica del docente cristiano con “las razones para vivir”.
+ Se destaca la necesidad de “convicciones profundas que movilicen acciones concretas”, que con “militancia” (se puede reformular este término) se forme comunidad.
2. Lugares de encuentro, necesidad de diálogo.
Se destaca como una necesidad imperiosa el diálogo y los espacios que lo favorezcan y concreten. Son necesarios espacios para la reflexión y la participación. Se habla de “encuentro”, “intercambio”, “compartir”, “inclusión”.
3. Diversidad.
Se constata la realidad de encontrarse como docentes en medios caracterizados por la diversidad y la pluralidad. En esos contextos se hace necesario por un lado buscar la unidad como hermanos, y por el otro, “trabajar los ejes transversales en las distintas universidades”. También se destaca al testimonio personal y profesional como fundamental actitud de servicio.
4. Trabajo en redes.
Este aspecto que se torna necesario porque da respuesta a una situación generalizada de aislamiento y se contrapone a la tendencia individualista tan marcada. Se destacan las redes como medio para elaborar y concretar proyectos y como ámbitos de contención y comunicación, y como espacios de fraternidad.
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